Juan José Alcolea©
Como un viento embebido de resina
o el iris de la luz en la floresta,
como una insinuación, como una orquesta
que en dulce vibración se determina.
Como un leve latir, como una ondina
que en agua de quietud se manifiesta,
como un eco de voz, o su respuesta:
Así tu ser en mí se alza y culmina.
Así, como habla el mar, calladamente,
llenando de rumor la roca hendida,
así va tu clamor sobre mi frente.
Así mora tu esencia en mi medida,
así, sin más, de amor, oscuramente,
me llevas de la mano por la vida.
CALLADO YO …
XXV Certamen Internacional de Poesía Mística
Asociación Cultural Santa Teresa, MALAGÓN, 20 06
Juan José Alcolea Jiménez
©
I
Este oscuro silencio que me llama
con su oculto sigilo tan sublime,
esta ausencia de dioses marginales,
esta trama de tiempos imposibles. Callado yo...
y hablando este silencio,
callado Él...
y yo insomne de oírle,
silencio donde el ruido es más silencio
inmerso en una música inaudible.
Hablaras tú,
Silencio,
y yo callada,
garganta en tu garganta por mis lindes,
mi voz por tus paisajes y mi boca
mi boca en tu clamor... ya inaccesible.
Callado yo...
y hablando este Silencio...
II
Mirada que al mirarse te ilumina
del fuego más sacral de su misterio.
Paisaje de paisajes que rebasan
los ciegas latitudes de lo inmenso.
Mirada que en la luz que se inaugura
ni sol, ni luna, ni astro determina,
mirada de un cristal que no contiene
espejos donde habiten ya retinas.
Mirada que a desiertos se asomara
y siempre en noche oscura se confina,
mirada en los afueras más intensos
que mira siempre adentro..., cuando mira.
III
Cielo que azul, al más profundo azul
cielo rebasa,
agua que al mar del más abismo mar
su vientre ahonda,
vino que al más ebrio barril
de mosto añeja,
árbol que el más
dulce sabor
siembra en la poma.
Nombre que el más
ávido afán
ceñir no puede,
sol que su luz
la más ardiente luz
su llama evoca,
sueño que el más
dormido sueño no depara
ni el canto más sublime
apenas toca.
Callado yo...
y hablando este Silencio...
Juan José Alcolea Jiménez©
La tarde escribe memorias
2006
La tarde escribe memorias
en la sed de los espejos
y en las páginas de un libro
pétalos de pensamiento.
Luz de caricia, las manos
buscándose por los senos
y el barro de mil pedazos
roto de bocas y encuentro.
Parió la noche la luna
y estábamos sonriendo
con los ojos calcinados
de abrasarnos y bebernos.
Memorias de aquella tarde
colgadas por los percheros
olvidados de esta casa
donde nos hicimos nuestros.
¡Qué marejada de risas
por tus gemidos latiendo!
¡Qué desasirme a la nada
por tus abismos inmerso!
Todas las tardes: la tarde,
todas las muertes: tu centro,
toda recuerdo: su olvido
y todo amor, cuerpo a cuerpo.
Juan José Alcolea Jiménez©
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