Mi Prójimo
Mi prójimo, Señor, no es solamente el
que comparte en dulce convivencia
el techo mío, el pan y la existencia,
ni es el vecino que vegeta al frente.
Es también el ricacho sin cariño
que, olvidado que medra entre la gente,
pasa orgulloso, frío, indiferente,
ante la tierna majestad de un niño.
Mi prójimo, Señor, es limpiabotas
diminuto, y audaz y carisucio.
Es pordiosero, enfermo, todo enjuto,
que bebe caridad en cuentagotas.
Es aquél que me lanza el disparate
de un mundo generado en su locura.
Es el jíbaro triste de alma pura,
es el niño que duerme en el petate.
Mi prójimo, Señor, es negro o cano
que comparte conmigo su amargura.
Es chino, japonés, ministro o cura.
Mi prójimo es, Señor... un ser humano.
I. Dávila López
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