Te ví de pronto como un haz de sueños
que adquiere forma y me mira tierno,
que vibra, junto a mi vibrar interno,
tras un mirar con sublime empeño.

De un corazón pletórico de antojos
prisionero de la carcel del deseo,
y que salta y se asoma como un reo,
tras las rejas de fuego de tus ojos.

Todo acaso es fugaz pero aún me asombro
de sentirme vibrar cuando te nombro,
como si tu fluyeras por mis venas.

Comprendo ahora y desde el fondo humano,
admiro la soberbia del troyano
que entrega su vida por Helena.

I. Dávila Lóopez

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